En ocasión del 110 aniversario del nacimiento de JOAQUÍN PASOS / Su hijo, nietos y sobrinas celebran su vida y su obra.
Nacido en Granada el 14 de mayo de 1914, fue el miembro más joven del grupo Movimiento de Vanguardia nicaragüense liderada por Pablo Antonio Cuadra y José Coronel Urtecho.
A temprana edad sus primeros textos de los que se tiene conocimiento despertaron la atención de los demás miembros. De 1933 a 1934, mientras colabora en Suplemento, La Reacción y La Voz de Oriente, estudia Derecho en su ciudad natal. En 1935 se trasladó a Managua para proseguir su carrera. Labora y colabora en varias revistas: Opera bufa, Centro, Los Lunes de la Nueva Prensa (donde tiene a su cargo las sesiones fijas “Laboratorio” y “Manicomio”).
Muere el 20 de enero de 1947.
JOAQUÍN ERA EL CEREBRO MÁS LLENO DE POESÍA QUE HEMOS TENIDO DESPUÉS DE DARÍO
Respuestas a dos preguntas de Steven F. White sobre Joaquín Pasos, insertas en la entrevista «Entre la poesía y la política», publicada en la revista mexicana Vuelta, núm. 102, mayo, 1985, pp. 29-33.
Pablo Antonio Cuadra
«El cerebro más lleno de poesía…»
JOAQUÍN ERA, yo creo, el cerebro más lleno de poesía que hemos tenido después de Rubén Darío. Era de una frescura, de una capacidad creadora extraordinaria.
Quizás el que más se le parece en esa capacidad, en ese don, es Carlos Martínez Rivas. Pero Joaquín tiene mucha más frescura y jovialidad.
Incluso su carácter era muy extrovertido, muy alegre. Carlos es un poco metido en sí mismo; Joaquín no. Tampoco tenía una valoración de sí mismo que impusiera distancia.
Era muy campechano, abierto, imaginativo, simpático y lleno de humor. Conmigo fue el más compañero, de tal modo que fue la única persona con quien yo he podido trabajar poemas en colaboración. Y, además, como éramos parientes (mi padre era Cuadra Pasos y él, Joaquín Pasos, hijo de un primo hermano de mi papá [Luis Pasos Costigliolo]) nos veíamos muy de cerca. Llegaba a mi casa constantemente. Yo tenía un cuartito en alto, ese cuarto donde estoy retratado en esa foto, en la etapa de la vanguardia. Lo habíamos decorado con un gran muñeco: un Muso enorme con ojos de guacal y por boca la ventana. Allí, a ese cuartito, llegaba él. El movimiento de vanguardia lo hicimos los dos con el papá de Luis Rocha: Octavio. Y con otras personas que se agregaron. Ellos nos llevaban poemas, prosas, artículos, pero los que nos manteníamos con el movimiento a cuestas —porque Coronel se iba—éramos Rocha, Joaquín y yo. Coronel se iba al Río [San Juan]y de allí nos mandaba cartas pastorales y manifiestos y colaboraciones. De vez en cuando volvía a Granada.
«Un bohemio chispeante e imaginativo»
A Joaquín, muy muchacho, le dio una tifoidea que le lesionó un poco el corazón. Parece que permaneció con ese malestar. Joaquín fue muy parrandero. Un bohemio chispeante e imaginativo. Irrefrenable. Era bebedor de los que no se paran. Andaba inquieto y de arriba abajo. ¡Dios me guardase una parranda con Joaquín Pasos! ¡Era cosa seria! Había que correrse o arañar el amanecer. Derrochó vida. Se sobregiró. Cuando me iba a México en 1945, acabábamos de estar haciendo la selección de su obra, Breve suma. Yo se la prologué. Esa obra quedó en Nuevos Horizontes a medio editarcuando yo me fui. En esos días, cuando él estaba trabajando conmigo, ya lo veía bastante afectado por su enfermedad. Se le inflamaban los tobillos y se cansaba fácilmente. Después que me fui, él viajó a Costa Rica a ver a un médico especialista.Joaquín le preguntó: «Doctor, ¿y puedo tomar mis traguitos? ». «Sí», le dijo, sin saber que él nunca tomaba «un traguito». Entonces la rompió en serio con sus largos meses de abstemio y eso le precipitó la muerte. Murió con una gran serenidad. Incluso con humor. Yo estaba en México. Entonces me escribieron allá para que terminara el prólogo, pues habían perdido las últimas páginas. Así se publicó Breve suma.
Tomado de «Breve antología de Joaquín Pasos»