Carta de Ana Vila a Ernesto Cardenal

Norteaste mi vida sin saberlo

En el mes de los mangos en flor; en la segunda luna del 2019; en el décimo mes de la entrega de nuestra gente por la Liberación de Nicaragua me piden que cuente de Ernesto, que diga lo que él significó y significa para mí.

Me zambullo en mi corazón, buceo en mi interior y con la fuerza que “agroman” las yerbas, crecen las planta y re-verdean los árboles después de las primeras lluvias de mayo…

Ernesto… tantas veces te he querido contar, tantas veces he soñado con hablarte… pero soy tímida… y llegar a vos… que lo fui dejando.

Hoy me dan papel y lapicero para decirte, decirte todo lo que tengo en mi corazón, todo lo que ansiaba decirte y que tantas veces se me quedaba dentro.

Ernesto, te leímos en un tren, de noche. En un tren que corría desde Madrid a Galicia. Era el pasaje de la “multiplicación de los panes y los peces”… ¡Yo no creía!… Ah!… VOSOTRS ME LO EXPLICASTEIS: SOLIDARIDAD, COMPARTIR… ¡Ahora sí que puedo creer! Así, sí entiendo lo que decía Jesús.

¡Y con vos y tu comunidad de Solentiname, entendí y entiendo el mensaje del “Moreno”!, ¡de ese Amigo común que tenemos, buscamos y  ya encontramos dentro, muy dentro! Y con Vos y gracias a Vos, al Espíritu que palpita en vos, no se me apago “la mecha humeante”.

Y luego, a seguir buscando donde fuera ese mensaje que nos enviabais desde Solentiname. Esa reflexión que cada día tejíais juntos. Y me quise ir, no sabía cuándo pero ¡yo me voy a Nicaragua! Me voy con ls que me alentaron y no dejaron apagar la mecha que humeaba.

Vos, como auténtico sembrador, nos trasmitías ese tesoro escondido que “mergullabaís” en vuestro corazón y lo lanzabas a tods ls hermans, al mundo entero, a todo el planeta… Me llegó y me salvó. Se me perdía la fe, no me valía nada de lo que oía, Ernesto, nada de lo que me decían o compartían.

¡A la luz de una candela, en la montaña de Lugo, mi tierra gallega, leí con inmenso gozo, admiración y envidia, vuestra vida en Solentiname! Esa experiencia humana en la que disteis entrada a todo vapor al Espíritu, al de Jesús, y que anidó en vuestro corazón, en toda el alma, en toda la mente y en todas vuestras fuerzas y… ¡SELLASTE MI FE, ERNESTO!

Hoy, sí me escuchas y mi mirada puede encontrarse con la tuya, con calma. Algo tan deseado, tan esperado y que pensé nunca llegaría.

Cuéntame, Ernesto, tu secreto.

¿En qué palpita sin sosiego tu corazón?

Y esa magia que trasmites, que tocó mi vida –y la de tants- e hizo cambiar el rumbo, que intuía, pero agonizaba en mi corazón.

¡Qué lucha! ¡Qué VIDA la tuya!

Me enamoró tu valentía.

¡Tu visión profunda, profética del entorno de la vida de nuestro pueblo, la de los seres humans, la del Cosmos!

¿Qué me tocó de vos, Ernesto?… ¡Tu amor al Amigo, al Compañero de tods, al AMOR!

Tu compromiso con la Vida, con ls humans, con la justicia, de la que estabas enamorado y presidía cada amanecer y atardecer de tu Vida. Tu capacidad de amar salpicó mi vida al ver tu profundidad de pensamiento descubriendo al opresor, denunciando sin miedo y dándonos primicias a tods sobre la dictadura.

Hombre de carne y hueso. De Espíritu y misterio. Hombre de viento y lluvia. Hombre de luz y sombra. ¡Hombre de humanidad plena! ¡En tu nacer, vivir y morir, eclosiona la VIDA; resucita la VIDA; eclosiona el UNIVERSO!

¡Gracias, Ernesto. Te quiero un montononón!

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