CARTA DE PINITA A ERNESTO

Marzo de 2019

Querido Padre Ernesto:

Desde que se fundó la Comunidad de Solentiname, Miguel Ernesto y yo tuvimos deseos de visitarla. A través de su hermano Fernando, fuimos conociendo sobre ese bello lugar. Un verdadero paraíso. Especialmente nos interesó la experiencia de esa comunidad de jóvenes que se había formado. Un extraordinario laboratorio para la convivencia y el compromiso. Estoy segura que el espíritu de su gran amigo y maestro Tomás Merton, lo acompañó y lo animó siempre en esa experiencia maravillosa.

El primer contacto que tuve con usted fue en 1977, cuando salió publicada en La Prensa un artículo titulado “Oración por mis hijos” que yo había escrito, pidiendo al Señor unos hijos con valores diferentes a los que se vivían en León, donde habitábamos entonces. El auge del algodón permitía un enriquecimiento rápido, y los que lo lograban eran reconocidos como personas de éxito. Exitosos no por el trabajo que hacían por la ciudad o la comunidad, sino por la rapidez con que hacían dinero.  Nosotros  vivíamos entonces un cambio cristiano en nuestras vidas. Me sentí muy contenta de la reacción que esa oración causó. Hubo personas que me criticaron diciendo que yo quería hijos comunistas y que les regalara los bienes que poseía, pero muchas otras me mostraron su acuerdo. De usted, a quien no conocía personalmente, recibí un pliego de papel escrito a mano, que aún conservo, diciendo: “Una madre que pide al Señor hijos como esos que vos pedís, podes estar segura te los concederá”. Quiero agradecerle aquellas palabras como también las que nos entregó con su dedicatoria al poema: “Así en el Cielo como en la Tierra”, que dice: “Para la familia de Pinita, a quién mi hermano Fernando consideraba su familia, por lo tanto también la mía”. Qué hermoso para mí que usted me considere su familia. Esas palabras tocaron mi alma.

Usted es un orgullo para Nicaragua. Reconocido mundialmente, sin embargo siempre humilde, sencillo, consecuente y sobre todo libre para denunciar y decir lo que piensa, no importa de quién o de qué se trate. Su vida ha estado basada en la creación del arte y de las más sublimes y bellas formas de expresión humana. Ha tenido usted el privilegio de ese don con su vocación contemplativa que le ha permitido una comunicación fluida con el Señor.

Sus poemas, leídos mundialmente son una inspiración para diferentes generaciones. Todos escritos sobre la realidad de los seres humanos, de sus sentimientos y sus vidas.  El amor como la expresión más bella del hombre y la mujer. Su obra maestra, “Cántico Cósmico”,  nos muestra la grandeza de Dios con la creación  y la pequeñez del puntito del planeta tierra en la inmensidad del universo. Sin embargo el único con seres vivientes y pensantes creados a imagen y semejanza de Dios.

Sentí mucho no estar presente en la primera Misa concelebrada por usted después de tantos años de una sanción injusta, a la que usted se acogió con gran humildad.

Fuera de Nicaragua, donde me encuentro por la situación que vivimos, estuve siempre a su lado, siguiendo paso a paso la grave situación de salud que lo aquejaba y doy gracias a Dios por su pronta recuperación. No tengo dudas que el Señor lo ha dejado para que siga usted siendo testigo de su amor y compromiso. Le mando un fuertísimo abrazo, esperando y orando para que llegue pronto la libertad que tanta sangre y dolor ha costado nuevamente a Nicaragua.

Lo quiere mucho, Pinita

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